viernes, 11 de septiembre de 2015

Semblanza de
OSCARITO FERNANDEZ

Artículo publicado en nuestra edición No. 13 del mes de Mayo del 2008
por don Armando Núñez

Cuando se tienen deseos de superación, orgullo y decisión personal, no hay barrera capaz de detener el impulso humano, en pos de un sueño, por utópico que parezca. Este es el caso del personaje que hoy nos ocupa en esta 13ava. edición de MUSUNCE. Su nombre es OSCAR FERNANDEZ VALLEJOS, “Oscarito”, como cariñosamente le conocemos.


Nacido en Somoto, por pura casualidad según sus palabras, ya que el destino del viaje de sus padres era Panamá, pero su madre, doña Rosaura Vallejos de Fernández que venía en estado de gravidez, le tocó en esta ciudad el parto, por tanto, a su padre Oscar Fanor Fernández, leonés de origen, no tuvo más alternativa que quedarse a vivir definitivamente aquí en Somoto; luego nació su otra hija Olga Fernández Vallejos.

El nacimiento de Oscarito, fue normal, un 25 de noviembre de 1943, era un niño sano, nada presagiaba la encerrona que el destino le tenía preparada, como a la edad de 8 meses se le inflamaron sus ojos, según le contaron, lloró 3 dias seguidos, fue atendido por el Dr. Juan Benito Briceño y otro que no recuerda,  los que lograron detener la dolencia, pero la lesión en  la vista ya era un hecho.
La vida siguió su andar inexorable, a los tres años era un niño inquieto que hasta una vez un caballo le propinó una patada en la pierna, a los seis años recuerda, que tenía visones borrosas, miraba bultos, incluso la luna.

Sus padres al no tener casa propia vivieron en varios lugares, una de estas fue la de don Raúl Lovo, aquí existía una crianza de cerdos, él como todo niño travieso, se montó en uno de ellos, y éste en su carrera desenfrenada pasó rosando una pared de taquezal destruída y el saliente de una lata le provocó una herida cercana al ojo, su madre, lo llevó donde el Dr. Páiz saturándole la herida en la sien izquierda.

La inquietud que poseía, propia de los niños de su edad, hacía que saliera con los jaladores de agua al pozo de don Salatiel Peña o al río Musunce, se les montaba a los carreteros que traían tierra lama de la Cruz Grande, todo esto lo hacía a escondidas de su madre. Su ceguera no le impedía comportarse como todos los niños, su padre, inteligentemente, lo dejaba salir a la calle para que se adaptara a la situación, y que se desenvolviera en un ambiente de normalidad.

A los ocho años los trasladaron a Managua a una clínica oftalmológica, con el Dr. Gilberto Cuadra Lacayo, le realizaron chequeos y le dieron tratamiento; pero, en ese tiempo se desató una epidemia de dengue, la que lo contagió, y, debido a las altas temperaturas,  le hizo saltar el ojo izquierdo por lo que tuvieron que extraerselo.

El tiempo siguió su curso y un 12 de Enero de 1957, el destino le propinó otro duro golpe, murió su padre, fue tanta su depresión debido a ese trance, que su madre optó por enviarlo a Managua, donde un tío de nombre Humberto, que vivia frente a la Casa del Obrero, allí con sus primos salían a pasear en bicicleta y se divertía mucho, pero, en uno de sus momentos de soledad, Oscarito, a los 14 años edad, elevó una plegaria al Altísimo, pidiéndole de todo corazón, ya que su mal no tenía cura, que le permitiera encontrar una manera de desarrollarse en la vida para no tener que extender su mano en busca de ayuda piadosa; pedía que le pusiera en su camino la forma de llevar una vida digna, sin depender de los demás. Al día siguiente de su coloquio con Dios, estando sentado en la sala se le acercó su tío y le preguntó que si no quería aprender a tocar guitarra; a lo que lleno de emoción, nos dice, le contestó que si. Desde ese momento, un nuevo horizonte se abrió ante él, el rayo de luz tan deseado entró en la  oscuridad, sus plegarias fueron escuchadas por el Altísimo.


Comenzó a asistir a clases, en una casa cercana al parque Bartolomé de las Casas, un lugar distante de donde vivía, el profesor, que enseñaba solfeo, debido al problema visual y al notar el interés del niño le enseñó las primeras notas “de oido”, posteriormente otro profesor llegaba a su casa a darle clases, comenzaba a aprender su oficio de músico.

De regreso a Somoto, nos cuenta Oscarito, que su padrino, el poeta Gerardo Selva Escobar, le consiguió un acordeón, el cual cuando ya lo ejecutaba a la perfección, llegó a la casa de la recordada profesora Dora Raquel Espinoza (q.e.p.d.), a amenizarle un cumpleaños, por lo que la Raquelita le pagó C$ 25.00. ¡Era su primer pago ganado con su propio esfuerzo!, con este dinero compró un vigésimo de lotería con lo que ganó C$ 300.00.

Pasado un tiempo con don José Fuentes, formaron un grupo musical que se llamó “Murmullos del Coco”, con instrumentos artesanales, al tiempo se equiparon con mejores equipos sacados al crédito donde Luis Andino, estrenándolos orgullosamente en una fiesta de noviembre donde  Emilio Rodríguez, posteriormente consiguieron un contrato en San Marcos de Colón, pero cuando la fiesta terminó no pudieron regresar a esta ciudad porque la Aduana de El Espino estaba cerrada, tuvieron que regresarse, ocuparon la noche para parrandear, incluyendo el chofer; al dia siguiente, de goma y desvelado el mencionado conductor tras una mala maniobra, se dieron vuelta, llevando la peor parte los instrumentos musicales, costo mucho dinero las reparaciones a estos.

En 1959, con la puesta en el aire de la Radio Norte, por don Juan José Molina, tuvo la oportunidad de incursionar en el ambiente radiofónico, esta emisora operó hasta el año 1962, luego en 1966/67, el empresario radial esteliano, don Ramón Barrantes instaló la Radio Fronteras, estaba ubicada frente a donde don Enrique Cuevas; hasta allí se dirigió Oscarito, en busca de oportunidad, ésta le llegó cuando don Moncho Barrantes vió en él mucho talento; le brindó un espacio para un programa, y luego de negociar las condiciones, nació el programa de Oscarito, “Tres voces, tres Guitarras y una Melodía”, el que tuvo gran aceptación por la radio audiencia, y logró asi patrocinadores de la calidad de Flor de Caña, Pepsi Cola, Luis Irías, Didatsa, etc.

Por la situación política existente don Ramón se retiró del negocio de la radio y se fue con él la única emisora existente en la ciudad, posteriormente don Germán Alfaro Ocampos, hombre de lucha y tesón y Oscarito, auxiliados por el técnico de Radio José María Cuadra, instalaron una nueva versión de la Radio Fronteras. Operó primero en el Tepeyac, pero debido a deficiencias la pasaron a la casa de Oscarito mejorando así la trasmisión y luego estuvo en la casa de don Ramón Alfaro.

En 1969, debido a situaciones políticas estuvo fuera del aire, posteriormente en 1972, por la catástrofe telúrica que sucedió en Managua, volvió al aire participando en la ayuda que para ese fin estaba enfrascado todo el país; después de eso quedó funcionando sin interrupción.

Oscar Fernández, a pesar de su impedimento físico, ha sido un hombre que no se ha doblegado ante la adversidad, sirviendo de modelo de lucha y amor por la vida, como un ejemplo para otros que se rinden con facilidad y andan esperando ayuda de los demás sin poner de su parte el esfuerzo que como hombres de lucha se debe tener. Incursionó en la música, en el comercio, en el transporte y en la radio donde lleva ya 48 años de labor exitosa.

Podemos afirmar que es una institución, el primer noticiero que fundó en  la Radio Fronteras con el nombre de “La Esquina” fue muy escuchado; actualmente tiene 7 años de transmitir “Panorama Informativo”, con mucha aceptación; desde 1990 trabaja con su Publicidad Ambulante, con mucho éxito; fue fabricante de ladrillos de barro, miembro activo de los Comités Pro Reinados de Fiestas Novembrinas en esta ciudad; fundador del Comité Pro Carnaval de noviembre, un evento que dió fama por su calidad a esta ciudad; perteneció al Consejo de la Cruz Roja Filial Somoto por varios años; siempre está dispuesto a participar en cualquier actividad de carácter social en beneficio de la comunidad.

En síntesis es un personaje polifacético en toda la extensión de la palabra, superando todas las dificultades que todo hombre pueda soportar.

Nos cuenta que sus momentos más difíciles y más felices los puede definir así: En primer lugar el efecto positivo , al invocar al Altísimo de todo corazón para que le dotara de un medio para valerse por sí mismo; el día que su tío lo envió a aprender a tocar guitarra; cuando en la Radio Norte le permitieron el uso del micrófono;  cuando don Ramón Barrantes le brindó un espacio para su programa en la radio Fronteras; cuando doña Lucinda Ríos aceptó ser su fiel esposa y compañera que le dió 5 hijos que son toda su felicidad, que lo motivan y le llenan de cariño y, luego, el encuentro con doña Mirna Zambrano Marciaq que lo atiende con amor y esmero.

Sus momentos tristes, nos relata que son el temor de que por su impedimento tenga que extender la mano en busca de ayuda humanitaria; aquel funesto día del 12 de enero de 1957 cuando murió su padre, cuando murió su madre en 1965 y la muerte de querida esposa con la que convivió 32 años.

Como es de notar, esto es apenas una pequeña semblanza de la vida de este hombre, multifacético, de gran espíritu emprendedor, padre ejemplar, y un ejemplo para las generaciones, que con su conducta intachable nos enseña que la vida se hace de sacrificios y trabajo honrado, que cuando se tiene en la vida un norte de superación, se puede ser, como él lo ha sido, el arquitecto de su propio destino.

Deseamos muchos éxitos más a Oscarito.